martes, 17 de abril de 2012

Obstinación y miedo

Escribo tan poco por acá y, encima, con palabras prestadas. Pero hoy estaba releyendo el poema de Vinicious de Moraes "O Haver", y esta estrofa se me quedó adentro y ya no pude separarme de ella:

"Resta essa obstinação em não fugir do labirinto
Na busca desesperada de alguma porta quem sabe inexistente
E essa coragem indizível diante do Grande Medo
E ao mesmo tempo esse terrível medo de renascer dentro da treva."


Una traducción aproximada sería:

"Queda esa obstinación en no huir del laberinto
en la búsqueda desesperada de alguna puerta, quién sabe inexistente
y ese coraje indecible frente al Gran Miedo
y al mismo tiempo ese terrible miedo de renacer en la oscuridad."

Mejor no podría reflejar lo que siento -me atrevería a decir, lo que sentimos- al buscar, al dejar de buscar, al volver a buscar, al nunca dejar de buscar...te.

Si tuviera que definir en dos palabras lo que siento, diría eso: obstinación (¿obsesión, a veces?) y miedo. Y desaliento, de a ratos.

Hace rato viene ganando el desaliento. Pero no hay salida de este laberinto. Porque la oscuridad conocida, la ignorancia, que no en vano está etimológicamente emparentada con la añoranza (lean "La ignorancia" de Kundera, vale la pena, aunque no esté directamente relacionada con este tema, hay un capítulo entero sobre la etimología de la palabra que es imperdible), nos acompaña desde siempre, nos acecha a cuentagotas. ¿Entonces, es peor el miedo? El gran miedo a que se confirmen nuestros peores temores. A ser rechazados una vez más. De a ratos. Y de a ratos, lo que gana, lo que de verdad gana es la desidia, el cansancio, esa rebeldía a representar el papel de Sísifo. 

Es todo por hoy. Y no sé hasta cuando.