lunes, 4 de julio de 2011

Con ojos de niño

En estas últimas semanas, mi hijo de 8 años, que suele analizar mucho todo, está muy centrado en el tema de la adopción, al que generalmente llega por asociación con sus mascotas. Comparto con ustedes dos de esas conversaciones y reflexiones que para mí han sido como si me pusieran un espejo delante y me cerraran todas las vías de escape: mi hijo me obliga a enfrentarme a mí misma, a cuestionar y cuestionarme, a ver las cosas como son, sin más. Alguien dijo (algunos dicen que fue Einstein, otros Feynman, el Nobel de física, pero poco importa quién fue) que si uno no puede explicarle algo un chico de 6 años es porque uno mismo no lo entiende. Y la verdad que más avanzaba la conversación, más inentendible me parecía todo. Es bueno a veces ver las cosas con ojos de niño…Por momentos, al charlar con él, sentía que los roles estaban invertidos, que él era el más sabio de los dos,  el que estaba "mejor parado" ante la vida, y, por otro lado, también sentí que hay sentimientos y experiencias intransferibles y que nunca va a poder sentir lo que siento yo, a pesar de su inmensa capacidad de empatía que nunca deja de conmoverme porque a su edad, no es tan común. Mi otro hijo es igual en eso (quiere ser psicólogo cuando sea grande), pero más reservado, es más de escuchar pero no hablar, y casi nunca habla de ese tema. En fin, no los quiero aburrir. Pasemos a las conversaciones. Me gustaría, eso sí, que me comenten ustedes (los adoptados) si tienen este tipo de charlas con sus hijos, si les dicen cosas parecidas, y qué sienten ustedes. Hace poco, Patri Holmes en su blog preguntaba si creíamos que nuestra condición de adoptados influía en nuestra manera de ser padres. Yo siempre me lo pregunto. También me pregunto cómo es la experiencia de ser hijo de un adoptado, si en algún momento ustedes (los que tienen una mamá o un papá adoptad@) sintieron que esto es algo que influyó en su relación con sus padres o que explica de algún modo algunas actitudes de sus padres. Gracias por participar y responderme.

Aquí van:

Conversación 1:
Mi hijo: "Mami, cuando nos vayamos de vacaciones, ¿qué vamos a hacer con Pipo y Catu?
Yo:  “Los vamos a dejar en la veterinaria, porque ahí tienen a los animalitos cuando los dueños no pueden tenerlos por un día, hasta que vuelven a buscarlos.”
MH: “Mirá si creen que no volvemos más y que los dimos en adopción…”
Y: “No, no te preocupes, eso no va a pasar porque en la veterinaria saben que nos vamos por una semana nada más, no los van a dar en adopción.”
MH: “Ya sé, pero yo digo Pipo y Catu. ¿Cómo saben ellos que vamos a volver? Porque ellos no entienden. Mirá si creen que nunca vamos a volver y que los dejamos ahí y los pusimos en una lista de adopción. Se van a morir de tristeza…”
Y: “No, los animales saben. Vos no te preocupes.”
MH: “¿Cómo puede haber gente que pone un bebé en una lista de adopción, que lo deja así y no vuelve más? ¿A quién se le puede ocurrir algo así? ¿A vos por qué te dejaron? ¿Dónde te dejaron?”
Y: “Me dejaron en la clínica donde nací.”
MH: “¿Y estabas triste?”
Y: “No sé. Era recién nacida. No sé si me di cuenta.”
MH: “¿Y por qué?”
Y: “No sé. Pero me puedo imaginar algunos motivos: por ejemplo, que a lo mejor mi madre era muy pobre y no me podía cuidar, porque tenía que trabajar…”
MH: “Pero te podría haber dejado en una guardería mientras trabajaba y después volvía a buscarte, como hacías vos cuando yo era chiquito. Vos también trabajabas. No me parece que eso sea como para dejar un bebé y no verlo nunca más. ¿Vos te das cuenta de lo que es eso? Yo nunca pensé que una mamá podía dejar a su bebé, y ahora me da miedo, porque si te pasó a vos me puede pasar a mí.  ¿Vos me dejarías para siempre?
Y: “¡Jamás! Porque mi realidad es otra, muy distinta. Cuando vos naciste, yo no estaba sola, estaba con papá, que me acompañaba y me ayudaba. Tenía a los abuelos que también me ayudaban… A lo mejor mi madre no tenía nada de eso.”
MH: “¿Cómo? ¿Una mamá puede tener a un hijo sola? Yo creía que para tener un bebé hacían falta una mamá y un papá…”
Y: “Sí, es así como vos pensás. Hacen falta una mamá y un papá. Pero a veces las personas tienen hijos sin querer. Nosotros a vos te pensamos desde mucho antes que nacieras. Decidimos que ibas a nacer. Te tuvimos porque queríamos tenerte, y cuando naciste, te estábamos esperando los dos, muy contentos de por fin conocerte, y tu hermano también te esperaba… En cambio, a lo mejor mis padres no querían tener un hijo o no estaban preparados, y entonces a lo mejor mi padre no quiso saber nada y mi madre sola no podía, o a lo mejor, tampoco quería. A lo mejor eran los dos muy jóvenes y sus padres decidieron que lo mejor era darme en adopción, qué se yo…”
MH: “Sí pero cuando el bebé ya está, hay que cuidarlo. El bebé no tiene la culpa de que no lo quisieran tener. Eso está mal. Cuando un bebe nace, hay que cuidarlo y quererlo porque si no, se muere…Tener un hijo y dejarlo así, para que otra persona lo críe está mal.”
Y: “No podemos juzgar así, sin saber. ¿Qué sabemos qué pasó? A lo mejor mi madre estaba enferma… Hay circunstancias muy distintas, que ni nos imaginamos. Yo a vos nunca te hubiera dejado y nunca te voy a dejar porque todo es tan distinto para mí.”
MH: “Ya sé. Pero es que yo te quiero mucho y no entiendo cómo alguien te puede haber dejado así, solita… Me pone triste. Me da rabia. Menos mal que yo no soy adoptado porque yo tendría mucha rabia y estaría muy triste si eso me pasaba a mí. O pensaría que no sirvo para nada y que por eso me dejaron, que la culpa es mía.”
Y: “Sí, es cierto. A veces yo he sentido todo eso que vos decís, pero no te olvides de que yo tuve una mamá y un papá que me quisieron y me quieren mucho, y después me enamoré, y después los tuve a ustedes dos, y eso es tan fuerte que compensa todo lo demás, lo tapa. Todo ese amor puede más.”
MH: “Sí, pero igual. Eso no cambia que te dejaron.”

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Conversación 2 (a bordo de un colectivo):

Mi hijo: “Entonces, ¿vos estás segura que sos adoptada?”
Yo: “Sí, segura.”
Mi hijo: “¿Y no pensás nunca por qué o quién fue tu primera mamá?
Yo: “Sí. Me lo pregunto todo el tiempo.”
MH: “¿Cómo se llamaba?”
Yo: “No sé.”
MH: “¿Cuántos años tenía?
Yo: “No sé.”
MH: “No sabés nada de nada. ¿Cómo nunca preguntaste?”
Yo: “Es que no tengo a quién preguntarle…”
MH: “Y, en la agencia de adopción. En  algún lado tiene que decir algo. O un certificado de nacimiento…Yo tengo uno.”
Yo: “No, es que no me adoptaron en una agencia.”
MH: “Ah… ¿Los bebés solamente se pueden adoptar o también se pueden comprar, como las mascotas?”
Yo: “No, los bebés no se compran.”
MH: “Ah… Entonces, si no te compraron ni te adoptaron de una agencia, ¿cómo hicieron?”
Yo: “Me fueron a buscar al hospital donde nací. Y me hicieron un certificado de nacimiento, igual que si yo hubiera nacido de la panza de la abuela, ¿entendés? Pusieron los nombres de ellos.”
MH: “Ah, por eso, no está el nombre, claro…Uy, entonces nunca vas a saber… ¿Y por qué hicieron eso?”
Yo: “No sé. Pero, ¿sabés una cosa? Yo justamente ahora la estoy buscando.”
MH: “¿A la mamá que te dejó?”
Yo: “Sí. Para poder hacerle todas esas preguntas que vos me hacés a mí. Para saber qué pasó.”
MH: “¿Y cómo vas a buscarla, así en el mundo? ¿Preguntándole a la gente por la calle? Es muy loco eso… ¡Ya sé! ¡Podés buscarla en Google! En Internet, podés encontrar lo que quieras…”
Y: “Sí, más o menos eso estoy haciendo. En Google no puedo buscarla porque no tengo el nombre, aunque igual por Google encontré varias cosas que me llevaron a saber el lugar exacto en el que nací y hasta sé cómo se llamaba la señora a la que mi primera mamá me dio para que me buscara otra mamá.”
MH: “¿En serio? ¡Qué bien! ¿Y?”
Y: “Y, esa persona ya está muerta.”
MH: “Qué lástima…Y bueno, a lo mejor la encontrás. Y si no la encontrás, qué vamos a hacer. Pero por lo menos la estás buscando.”
Y: “¿A vos te parece una buena idea?
MH: “Sí. Vos tenés que buscarla. Necesitás buscarla. Si no, vas a estar pensando todo el tiempo…”
Y: “¿Y si la encuentro, a vos te gustaría conocerla?”
MH: “No. No creo. No sabría qué decirle. Sos vos la que necesita encontrarla. Después, me contás y listo. Yo creo que ella no era mala. Y a lo mejor no era que no te quería. Para mí, a lo mejor no tenía una buena vida y quería que vos tengas una vida mejor. Y dijo, mejor que siga sola y tenga una buena vida con otros padres. Igual que Leela, de Futurama. ¿Sabías que los padres eran mutantes y la abandonaron en un orfanato? Hace poco Leela los quería buscar y Fry la ayudó, y los encontraron. ¿Y sabés qué? Al final ellos la querían mucho pero pensaban que era mejor si la tenían los humanos porque a los mutantes nadie los quiere. Y resulta que ellos todo el tiempo estaban cerca de Leela y ella no sabía. Y le dejaban regalos de sorpresa y ella no sabía de quién eran, y toda la vida la cuidaban de lejos y ella, sin saber… Sí, yo creo que fue así. Si no la encontrás, pensá que fue así. Y si la encontrás, le preguntás. Y después me contás.”

 Y después te cuento, dulzura… Después, te cuento…

2 comentarios:

  1. Es mucho lo que tendría para decirte María. Yo nací en la misma clínica de Bahía Blanca y me tuvo la misma partera o la hermana, que tambien trabajaba allí. Tambien tuve este tipo de conversaciones con Milagros, mi hija. Y te respondo: vos, yo y todos los que sabemos que somos adoptados somos tenemos una mirada distinta a nuestros padres adoptivos. Entonces encaramos la crianza de nuestros hijos desde otro lugar. Mi hija no conoce a su padre biológico, porque él se fue cuando se enteró que yo estaba esperando un hijo con él. Y mirá, guardé toda información, hasta el más insignificante de los datos que hacen referencia a su padre. Escribí notas contando todo lo que sentía durante mi embarazo y despues de que Mili nació. Le escribía a ella. Registrando todo para que ella tuviera las herramientas necesarias ( no sé si las suficentes) como para encontrar su origen paterno cuando quisiera hacerlo.
    Como te dije tengo muchas otras cosas más para contarte. Porque tu mamá y la mía tomaron la misma decisión y en la misma clínica. Quiero seguir en contacto con vos. No es la primera ves que te escribo. Espero que esta ves tenga una devolución de tu parte. Felicitaciones por tu valentía y fortaleza de no bajar los brazos.
    Un abrazo grande
    Mariela Elizabeth IRUSTA
    Bahía Blanca
    291-154255416
    irustabaez@yahoo.com.ar

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  2. Que maestro de vida tienes con tu hijo. Mantener la serenidad en esas conversaciones y no desmontarse en ocasiones no debe ser fácil.
    Roser

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