sábado, 9 de abril de 2011

Con un pie en el avión

En pocas horas, estaré en la que fue mi casa hasta hace unos nueve años, en Buenos Aires. Nunca me es fácil volver de visita. Los recuerdos me asaltan desde cada rincón. Esta vez, además, un nuevo desafío: sentarme a charlar con mi mamá y contarle que estoy buscando mis orígenes. Tengo miedo. Intuyo que es un miedo infundado, sin sentido, ¿pero de qué sirve la razón cuando se siente miedo? ¿Miedo de qué? Si fue ella la que, sin que yo le preguntara, me dio el único dato que me permitió avanzar un poco en la búsqueda. A la vez, también estoy ávida de que recuerde algo más.

Y en estas horas en las que debería estar haciendo la valija, estoy preparando un resumen de mi historia en una carilla, con fotos, para mandárselo por correo a Elisa, la asistente social que fue testigo a distancia de mi nacimiento y entrega, para que la exponga en la cartelera del hospital donde trabaja. Y eso también asusta. No ya una búsqueda virtual. Un papel impreso. Mi foto en un papel clavado en una cartelera de un hospital. La posibilidad de que ella lo lea y me mire y se reconozca y me escriba. O no.

Y entre tanto, Elisa me aporta más datos, con cuentagotas, pero cada gota abre una puerta. Me recomienda que ponga el nombre de su tía, la asistente social que supone participó directamente, Martha Bermúdez, ya fallecida. Y su dirección, Yrigoyen 112, Bahía Blanca. Es posible que mi madre haya vivido en esa casa los últimos meses de su embarazo. También me recomienda que haga dos copias. Una para enviársela a una colega de Coronel Suárez, para que la ponga en el hospital de ahí, porque algo le dice, una intuición honda, que mi madre era de esa pequeña ciudad, cercana a Bahía.

Empiezo a imaginarla. Yéndose de Suárez cuando todavía "no se le notaba". Después, la casa de la calle Yrigoyen. De ahí, al Sanatorio Central, calle Moreno al 100. Qué ganas de recorrer esas calles, de hacer ese trayecto para poder al menos ponerle imágenes reales a mis fantasías.

Que rece, me aconseja Elisa. A María. Cómo quisiera tener fe. Cómo le explico que me siento una impostora, rezando para pedir favores. Cómo le explico que también me da rabia tener que pedir por favor algo que la inmensa mayoría de la gente sabe desde siempre: quién es esa mujer en la que viví los primeros nueve meses de mi vida. Quién es. Cómo se llama. ¿Me parezco a ella? ¿Vive?

Que Dios me dé la fe que me falta y me ayude a empezar a encontrar respuestas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario